Del "pre" al "post"

Acabo de leer un interesante artículo de Mikael Tornwall titulado "Why a used Leica M7 is more expensive than a new M9". No le falta razón al bueno de Mikael en lo que expone. He estado compaginando la fotografía digital con la fotografía química desde los inicios de la era digital. Es cierto que uno hace muchas más fotografías digitales que fotografías en película. Pero es es simplemente por una cuestión de economía. Además la cámara digital te permite disparar sin ponerte a  pensar mucho y entre varios cientos de fotografías lo más seguro es que salga alguna buena. Tenemos los ordenadores personales repletos de miles de fotos que no valen para nada, pero que están ahí esperando un adecuado tratamiento en Photoshop o similares para transformarlas en lo que nunca fueron. Baste recordar las últimas polémicas en cuanto a los retoques digitales de la Familia Real, del actor o actriz de turno, en definitiva, de hacernos ver como real lo que no es en absoluto real.


Hemos pasado del "pre" al "post". Es decir. Con la fotografía tradicional de película había que preparar mucho el escenario, había que maquillar adecuadamente a las modelos, había incluso que ponerse a régimen para perder la celulitis, había que pensar en la sensibilidad de la película, el diafragma, la velocidad de obturación. Cada fotografía requería un cuidadoso planteamiento previo y una vez pulsado el disparador de la cámara, nuestras opciones posteriores quedaban realmente limitadas a nuestras habilidades en el laboratorio con márgenes de actuación muy escasos si se trataba de película en color y algo más de capacidad si trabajábamos con película en ByN. La fotografía era realmente la captura de un momento determinado y cambiarlo era simplemente algo burdo.

Con la fotografía digital ya da lo mismo el maquillaje, la celulitis, los granos, esa antena que sobra en un castillo y poco importa lo que sea capaz de hacer nuestra máquina. Disparamos y luego decidimos cómo cambiar ese momento, con un margen de actuación tan amplio sobre esa realidad captada, que de forma grosera la transformamos en aquello que queremos. Podría decirse que ya no captamos la luz y la plasmamos en una película. Ahora la información obtenida es como el barro que se moldea a nuestro gusto. 



A lo mejor soy un poco exagerado pero llevo haciendo fotografía digital desde hace muchos años, debo tener más de 20.000 fotos en el disco duro y no sé cómo se usa el Photoshop o el Adobe Lightroom. Lo único que uso en mi programa de clasificación que es el Aperture de Apple, es la corrección de la exposición y en algún caso el balance de blancos. Nada más...



Seguro que por eso tengo unas 19800 fotografías que no valen nada y cerca de 200 que son pasables. Pero a estas alturas de la vida no voy a cambiar. Total, las fotos digitales no me cuestan nada...No me van a costar tampoco mi tiempo en editarlas, cambiarlas, transformarlas y en definitiva, en crear digitalmente lo que no he sido capaz de crear con mi cámara y mi dedo pulsando el obturador.

Pero a lo mejor me equivoco...

Comentarios

  1. Estoy de acuerdo Arturo; de niño compré fascículos de una enciclopedia de fotografía química, me cansé de gastar lo que tenía en revelar carretes y como no tenía "laboratorio" el revelado me lo imponía Guitian.
    Mi padre me regaló su Kodak Retina y gaste más en revelar.
    Hoy únicamente hago fotos con mi móvil y voy que chuto.

    Enhorabuena por tu blog y ánimo.

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